
Han paso casi dos meses desde que mi abuela se fue y veo el mundo desde el tercer piso. Esta semana, un kokedama, que lucía verdoso y lleno de vida, empezó a secarse, sus tallos amarillaron y la semana se nubló, más de lo que comúnmente está. Emplomecí y escribí...
Como la planta que tuvo que cortarse las raíces al no poder consolidar su unión imperfecta...