Ardía con la fiebre encima, resbalé y caí al
piso. Las florecillas que adornaban el sillón no tenían el tono fucsia de
siempre porque la luz de la tarde entraba por las ventanas y las teñía de azul,
bueno, cuando logré despertar toda la sala estaba en azul.
Preparé café pese a que llevaba varios días
de insomnio, volví a coger los lapiceros de tinta líquida...