Me encontraba
sobre una cama tibia, pero ya había amanecido y las cortinas se agitaban,
alguien había abierto las ventanas y se podía divisar muchos árboles afuera, el
cuarto estaba iluminado más por las paredes de colores claros. Ese alguien ya
estaba vestido, con un short e iba a jugar fútbol, pude verle las piernas, me
dieron ganas de despertar, pero no quise, estaba realmente feliz. Sin embargo,
desperté y al abrir la cortina de la ventana del bus me percaté que ya me
encontraba en Ate Vitarte. La neblina era densa y provocaba dormir más, intenté
volver a dormir e insertarme nuevamente en ese sueño, parecía un tonto
desesperado.
Hasta que
llegué a la casa de siempre, mi tío no estaba enterado de mi llegada… bueno,
las semanas que estuve –creo– poco se percató de mi presencia.
El C@binero
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Foto: Virgen María en Magdalena del Mar por Galileus / Flickr |
Bueno, estaba
en Lima, tenía que ocuparme en algo así que fui para la cabina de Internet de
Magdalena (que ya comenté en un post) y nuevamente comencé a sumergirme en…
Taringa para bajar todos los discos posibles.
Desde que
ingresé a la universidad, todas las vacaciones he vuelto siempre a la cabina
donde trabajé el 2007, algunos clientes ya se han casado y vienen con los
hijos, uno fue asesinado, los pequeños ahora ya son adolescentes cambiando el
Vice City por Facebook, otros sufren de esquizofrenia, los ex-jóvenes trabajan
y visten en terno porque ahora imprimen cartas, oficios, solicitudes, etc en
vez de tareas de la universidad, varios ya tienen Internet en casa, pero la
gran mayoría sigue concurriendo y la cabina sigue manteniendo esa calidez del
rinconcito de la esquina. Así como ellos han cambiado de etapas, lo mismo me
ocurrió, porque ya estoy en los últimos semestres de la carrera y legalmente
podré hacer prácticas acabando el año. Conclusión: mi retorno a Lima desde el
próximo año tendrá que saltarse las vacaciones hasta obtener la bachilleratura…
o hasta que venga Radiohead o Coldplay.
Esta vez, el
dueño nos invitó a su casa para confraternizar, en sí… ya no debería decir el
dueño, porque Antonio es ya como un amigo más, al igual que Jesús, el otro brother
que atiende.
La
confraternización trató un sábado en el que empezamos con pisco sour,
parrilladas, una caja de chelas y un anisado colombiano… yo quedé inconciente,
mientras Antonio y Jesús la terminaron con whisky. Al día siguiente,
despertamos al mediodía y en un estado casi catatónico, me sentía como que
sumergido en una botiga de alcohol de cien grados y me preguntaba ¿habrá sangre
en mi alcohol? Más bien la esposa del dueño preparó un caldito reponedor que me
devolvió parte del alma al cuerpo. Al ver mi celular no tenía ni una sola
llamada, me pareció extraño… seguro mi tío también habría acabado como yo.
Empalmé con
Mistura (resaqueada), ya que era el último día del evento, aunque me dio mucha
pena porque un 49.9% de lo que consumí terminó en el baño mediante el proceso
al que recurren las personas que sufren de bulimia y yo lo llamo “buitreo”. No
podía rechazar la invitación, pero no olvidaré en especial el sabor del chancho
cocinado en caja china y la alergia que le desarrollé a la sección de bebidas.
La despedida
vino por la noche y, tal vez, era la última ocasión que salía cerca de la
medianoche para regresar a mi casa caminando por la
Av. Brasil.
Los Red Hot
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Snorlax |
Mi gran amiga
Tefa también viajó por las vacaciones, ocasionalmente nos encontramos para
cenar y lo más indispensable: conversar. Porque durante estas vacaciones sentí
en varias ocasiones un espacio vacío que no supe cómo cubrirlo o llenarlo, quizás
fue porque no pude reencontrarme con los amigos del colegio, no visitar a mis
amigos que ya no están en el colegio o no poder tener un cuerpo cálido cerca.
Cuando
descansaba prefería perderme entre los diálogos de Nekrassov de Jean PaulSartre… ¡ah claro! Ahora entiendo el porqué me sentí así… maldito, Sartre,
había olvidado que no es recomendable leerte en invierno.
Volviendo al
tema principal: El miércoles 14 de septiembre llegó luego de tantas esperas,
Tefa y su prima Lorena llegaron tempranísimo al estadio nacional para separar
la cola… bueno, como me gusta dormir bien, por no decir dormir como un Snorlax
llegué cerca al mediodía y pude colarme adelante porque Tefa le había hecho el
habla a unos patas que por coincidencia también eran de Huancayo y acamparon
desde el día anterior, al comienzo como que los patas, algo renuentes,
aceptaron que me cole, pero creo ya se hicieron a los cojinovas cuando la prima
de Tefa llamó como a catorce de sus amigos para entrar. Así no se vale.
Durante la
espera, pasaron como diez mil veces los vendedores de polos, la mayoría vendía
con los estampados más huachafos, pero dos patas que sí apostaron por lo sobrio
y el minimalismo, terminaron de vender todos antes de la tarde. También hubo
binchas, pines, poster (WTF!), CD’s y faltaban calzones nomás con el asterisco
de la banda.
La mamá de
Tefa nos trajo almuerzo y ya no faltaba mucho hasta que abrieron las puertas de
remodelado estadio y todos emprendimos carrera.
La mancha de la espera |
Ya es como que
mi cuarta experiencia en conciertos así me resulta algo conocido todo el
proceso previo de espera que hay siempre si se quiere estar en buena ubicación.
Esta vez preferí no entrar con la cámara de fotos y el celular porque ya intuía
que la gente se iba a loquear y poguear.
A las nueve de
la noche la banda telonera arrancó, se trataba de Foals, una bandaza… claro,
ahora atino más al decirlo que ya me he vuelto asiduo a escucharlos por las
noches.
El plato
fuerte vino encabezado por Anthony Kiedis notoriamente y bien dicho viejo al
igual que Flea, la noche se llenó de funk-rock, aunque el sonido fue criticado
más por los de zonas lejanas. No sentí tanto la simbiosis que debe existir
entre artistas y público, por ese lado lo sentí frío y más cuando tocaron
canciones de su nuevo disco I’m with you, la gente se quedaba como que
palteada, aunque no fue el caso de Dance, dance, dance y The adventures of raindance Maggie.
Clásicos como
Californication, By the way (donde me empujaron cuando salté lo más alto que
pude y terminé con el codo lastimado), Under the brigde, Give it away, Aroundthe World, Dani California y Can’t stop. Fui uno de los pocos loquitos que se
emocionó cuando tocaron Throw Away Your Television que no la esperaba mientras
coreaba agitando el polo que regaló esa chela que siempre digo no la diré
porque me volveré burro y bruto con be de Brahma.
Ya sin estrés
luego de tantos trabajos en la universidad, el momento de regresar llegó.
Huancayo se convirtió en la ciudad más podidamente lluviosa y nuevos proyectos
laborales me esperaron. Creo que este año desde que estoy inmerso en el mundo
mediático se me han abierto muchas puertas y me siento contento por eso. Ahora
queda esforzarme más, amanecerme (sin alcohol, claro), ajustar los horarios y
tener ese ritmo que antes lo consideraba jodido, pero con los meses resulta que
se te acostumbra y ya no lo quieres dejar porque sino volveré a sentir ese
soledoso invierno que calienta mis venas y me impulsa a escribir o como un
amigo lo mencionó: soledad fecunda.
Hasta un
próximo lunes.
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